Cambio climático puede afectar nuestra salud y volvernos más «bajitos», advirtió el BID
Una investigación asegura que la exposición a altas temperaturas durante períodos críticos del comienzo de la vida, lleva a reducciones en la altura de los adultos.
2015 fue sin lugar a dudas un año de crear conciencia, al menos en cuanto a materia ambiental se refiere. Cerramos el año con la Cumbre del Cambio Climático en París, Francia, en donde 195 países llegaron a un acuerdo que aspira a contener el calentamiento global en 1.5 grados centígrados de aumento para el año 2100. Con este acuerdo, los jefes de Estado y sus representantes se comprometen a reducir emisiones de gases de efecto invernadero y diseñar estrategias para lograr ese objetivo.
En su blog "Ideas que cuentan", el BID ha estado compartiendo diferentes ejemplos de fenómenos meteorológicos tales como sequías, tornados, inundaciones y temperaturas extremas, como las que han estado marcando este invierno en la costa este de los Estados Unidos, acentuadas por “El Niño” particularmente reforzado en un contexto de cambio climático.
Los riesgos de las olas de calor también son una realidad en los países de América Latina y el Caribe, cuyos ciudadanos viven predominantemente en latitudes sujetas a los mayores aumentos de temperaturas en curso y anticipados. Con el pretexto de seguir las tendencias de listados de “fin de año”, el Departamento de Investigación del BID presenta tres efectos del cambio climático en la salud, que apostamos, no tenías en mente:
Exposición a altas temperaturas nos puede volver más “bajitos”
Aunque son muy serios, los daños inmediatos de las temperaturas extremadamente altas —cansancio por el calor, días de trabajo y descanso arruinados— no abarcan todos sus efectos. En algunos casos pueden durar toda la vida e incluso causar la muerte.
En un estudio sobre México realizado por el economista Jorge M. Agüero, de la Universidad de Connecticut y utilizando datos nacionales de temperatura recolectados a nivel municipal entre 1960 y 1990, y una muestra de datos de encuestas en hogares entre 65,000 individuos nacidos entre 1960 y 1990 —cuando las olas de calor se volvían más frecuentes—, el autor encuentra que la exposición a altas temperaturas durante períodos críticos del comienzo de la vida, lleva a reducciones en la altura de los adultos.
Más precisamente, la altura de los adultos disminuye por la exposición a altas temperaturas durante la infancia (1 a 4 años) y la adolescencia (10 a 15 años), los principales períodos de crecimiento humano. Aún no está claro exactamente de qué forma la exposición al calor extremo se traduce en una menor altura en los adultos. ¿El calor suprime el apetito o afecta la digestión lo suficiente para afectar el crecimiento? ¿Los adultos salen de casa a comprar comida con menos frecuencia, o pueden comprar menos comida debido a que el calor los obligó a trabajar menos en la economía informal?
¿Las olas de calor incrementan la contaminación y agravan sus efectos lo suficiente para producir efectos a largo plazo sobre la salud? A la vez, ¿la productividad agrícola se reduce tanto que algunos hogares simplemente disponen de menos alimentos? Se necesita investigar más para determinar cómo las olas de calor afectan la salud y para formular respuestas de políticas apropiadas, en especial para segmentos vulnerables de la población.
Impacto en la mortalidad infantil
Un estudio en Brasil demostró que la mayor mortalidad neonatal —por ejemplo, fallecimiento dentro de los primeros 27 días del nacimiento— está asociada con una excesiva caída de lluvias en todo el país durante todo el año, y en el mayormente empobrecido noreste durante el verano. La mortalidad neonatal en el noreste en los meses de verano también parece aumentar debido a temperaturas por encima del promedio durante esa estación, mientras las elevadas temperaturas estivales aumentan la mortalidad neonatal durante el otoño en la región centro-oeste.
El clima parece tener un impacto menos definitivo, pero no menos importante en el bajo peso al nacer. En los hogares rurales —que son más propensos a ser pobres y padecer una situación de vivienda inadecuada—, la exposición a temperaturas por debajo del promedio durante el tercer trimestre del embarazo lleva a un bajo peso al nacer, al igual que la exposición a la humedad extremadamente alta y baja. Las altas temperaturas durante el segundo trimestre del embarazo también están asociadas a un bajo peso de nacimiento entre los hogares rurales.
Impacto en el desarrollo cerebral
Un estudio en Ecuador reveló que la exposición a inundaciones cuando el bebé aún está en el útero —en especial durante el período de crecimiento clave del tercer trimestre— tiene como resultado que los niños afectados sean más propensos a padecer anemia en comparación con sus pares de zonas más elevadas. Además, los niños que están expuestos a inundaciones en el primer trimestre del embarazo obtienen calificaciones más bajas en el test de vocabulario en imágenes Peabody, una medida internacional de desarrollo cognitivo.
Este descubrimiento, a pesar de ser preocupante, no es sorprendente desde una perspectiva biológica: el primer trimestre, en particular el período embrionario, marca un momento en el que el cerebro, el corazón y otros órganos importantes comienzan a desarrollarse y el bebé es sumamente vulnerable. Si bien el fenómeno de El Niño no es algo nuevo, cierto es que sus manifestaciones en un contexto de cambio climático se harán cada vez más notorias y es responsabilidad de todos desarrollar nuevas y mejores medidas que ayuden a disminuir los daños.
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